4 de noviembre de 2014

Un vocabulario muy 3.0


Actualmente pasamos horas y horas navegando por las diferentes redes sociales y páginas webs, topándonos con palabras y tecnicismos que a veces no sabemos lo que significan, e incluso ni nos hemos planteado de dónde vienen, y aun así los damos por interiorizados y los incluimos a nuestro vocabulario diario.

Para empezar, no hemos tenido tiempo de asumir la web 2.0, ¡y ya aparece la 3.0! Ya sabemos que hoy en día la tecnología crece a una velocidad desorbitada, lo que lleva a una actualización continua de una de las más utilizadas: Internet. Gracias al continuo feedback (la retroalimentación emisor-receptor), empezó a circular más y más información por la red, hasta llegar a necesitar enviarla y recibirla en los que manejamos diariamente (móviles, tablets…) La web 3.0 cuenta con contenidos a los que podemos acceder sin navegación, como las aplicaciones móviles. Además, aplica la geolocalización, y hasta la realidad aumentada. ¡Y esto es solo el principio!
Esta nueva ventana hacia la realidad está siendo muy utilizada por las marcas para crear relaciones de afecto con sus consumidores, ya sean actuales o potenciales. Así, surgen nuevas formas de comunicación, como el engagement. Ahora no solo sentimos vínculos emocionales con las personas, sino que llegamos a enamorarnos hasta de los productos que consumimos, gracias a la imagen que sus gestores de marca crean en el imaginario colectivo y nos hacen necesitarlas y que queramos mostrar públicamente el amor que sentimos por ellas.

Ese fenómeno fan es creado por el Transmedia Storytelling, la forma en la que nos cuentan la historia de las marcas a través de los diferentes dispositivos que utilizamos, convirtiéndonos en participantes activos de ellas, fomentando la interacción y co-creación de valor consumidor-producto. Una participación que se hace activa gracias a las Fan Page, páginas dedicadas al desarrollo comercial y promoción de las empresas, marcas y personajes famosos (que también utilizan el engagement). En ellas pueden publicar todo tipo de post, anuncios, imágenes… permitiendo que los consumidores se conviertan en followers (seguidores digitales) de ellos, fomentando que tengan muchos reachs, el impacto, alcance y repercusión que generan las publicaciones en las redes sociales (menciones, favoritos, retweets, comentarios…).

Y no podemos olvidar a los influencers, que no son más que esas personas populares que tienen mucha credibilidad en las redes sociales, por ser una celebridad en algún tema. Las marcas acuden a ellos como forma efectiva y barata de promoción, pues que uno de ellos la utilice, aumenta considerablemente las ventas y afición al producto o servicio. Los actores, cantantes, deportistas, blogueros…, suelen ser las mejores fuentes de impulso de estas, consiguiendo un gran número de adeptos de una manera bastante económica para las firmas.

Así, lo que deben perseguir las empresas e influencers es alcanzar una alta reputación online, el prestigio en Internet. Para ello deben cuidar su imagen, escuchar, responder a los usuarios y darles “mucho amor”, para ganarse su fidelidad y conversión a su marca. Pero sin llegar saturarlos, o podrán caer en la infoxicación, o saturación de información, y convertirlos en trols, o detractores de las firmas…

... Continuará ;)

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